El tratado de Lisboa –que hereda parte de las ambiciones de la fallida Constitución Europea. Este nuevo tratado, que regirá nuestro futuro en los próximos años pretende agilizar la toma de decisiones, dar una mayor estabilidad a la presidencia de la Unión y un claro refuerzo a nuestra política exterior. El Tratado firmado, si bien es una reducción importante de lo planteado en la Constitución non nata, es el germen de una Unión, valga la redundancia, mas unida, más europea y sobre todo más fuerte.
Indudablemente, solo una Europa unida será capaz de elegir. Si bien el proceso de voto era ya complicado cuando éramos quince miembros, con veintisiete resultaba casi imposible, tarea numantina. Con veintisiete, en vez de Europa de dos velocidades teníamos la Europa de las mil velocidades. Ahora, con la reforma de las instituciones prevista, Europa volverá a tener más capacidad de impulso interno y más capacidad de desarrollo. Es decir, con esto, Europa, ganara en política y ganara en europeismo.
El sistema de doble decisión (55% de Estados que representen a al menos el 65% de la población), 751 eurodiputados o la estabilidad de la presidencia de la Unión (de 6 meses rotatorios a un presidente por dos años y medio renovables) o el refuerzo institucional y político que recibirá jefe de la diplomacia Europa garantizan una nueva etapa. La sola tristeza…que la Carta de Ciudadanía no haya sido firmada por el Reino Unido…Triste, pero coherente, para un país que carece de Constitución…
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