lunes, 27 de abril de 2009

Sin voz, no hay voto. La campaña «Who is your candidate?», hacia las próximas elecciones al Parlamento Europeo.

En este post le doy voy a Sabela Mendoza Fdez (Secretaria JEF-Madrid), que me ha pedido dar luz desde esta bitacora a sus opiniones, las cuales comparto.
Sin voz, no hay voto. La campaña «Who is your candidate?», hacia las próximas elecciones al Parlamento Europeo.
¿Quién puede llegar a ser presidente de la Comisión, el órgano que gobierna los asuntos comunitarios? Se trata, claro está, de una cuestión que toca muy de cerca a cualquier ciudadano europeo pero que, hoy por hoy, escapa completamente a su control. Los ciudadanos no conocen a sus candidatos, pero no es su culpa. No lo saben porque, simplemente, no existen.

La campaña «Who is your candidate?» pretende formular esta pregunta a los principales grupos políticos europeos, para alentarles a presentar un candidato capaz de llevar a cabo el programa que defienden en sus campañas electorales y, por tanto, dar con él voz a los ciudadanos que, mediante el voto, deciden adherirse a sus ideas y quieren verse representados. Hasta ahora, la campaña ha llevado la pregunta ¿Quién es tu candidato? a los socialistas (PES) en Madrid, a los verdes en Bruselas y, más recientemente, a los liberales (ELDR), el pasado 15 de abril. La respuesta, como era de esperar, no ha dado nombres, pero ha despertado conciencias y ha recibido una acogida bastante positiva: los principales líderes y muchos miembros del Parlamento Europeo han reconocido la necesidad de plantearse seriamente esta cuestión. No se trata de una petición de los jóvenes federalistas ni de una idea utópica, sino de una demanda compartida por muchos, que desean ver cómo se articula en la UE un gobierno verdaderamente democrático, y se da voz a la ciudadanía europea.

La razón que inspira la campaña está en la búsqueda de una Comisión más democrática y transparente, en primer lugar porque es lo más deseable para la Europa que queremos construir (desde, por y para todos los ciudadanos). Y, en segundo lugar, porque sin una propuesta de candidato para ser presidente del órgano ejecutivo de la Unión, nuestro voto pierde fuerza. Es sabido que la mayoría de los ciudadanos que no votan en las elecciones al Parlamento Europeo no lo hacen porque sienten “que no sirve para nada”.

Desde las instituciones europeas se ha fomentado una y otra vez la creación de grupos políticos a nivel europeo, que funcionen como verdaderos partidos representativos de las diversas tendencias existentes a nivel comunitario. La formación y el funcionamiento de grupos políticos europeos, con una visión de conjunto sobre los asuntos comunitarios, es deseable para que el ciudadano pueda sentirse representado en las instituciones y pueda expresar, a través de su voto, qué quiere para Europa. Ejercer el derecho al voto (a un voto eficaz, con voz) es, por tanto, un pilar imprescindible si queremos construir una Europa de los ciudadanos, de los pueblos, de las regiones y de los Estados; y no una Europa de las instituciones, de los altos cargos o de las reuniones.

Sin un candidato propio para presidir la Comisión —como alternativa al actual presidente Barroso, del que muchos se quejan—, los partidos muestran una falta de coraje al no ser capaces de poner una cara a su programa. Pero, lo que es más grave, traicionan la confianza de su electorado: aunque un partido logre ser el más votado en las elecciones al Parlamento, esto no significará que vaya a liderar las decisiones de gobierno que ejecuta la Comisión. ¿Imaginamos esto a nivel nacional o local? ¿Cómo reaccionaríamos si el partido mayoritario tras unas elecciones no fuese el partido de gobierno, si la mayoría de los ciudadanos no pudiese elegir con su voto al presidente? Probablemente, dejaríamos de ir a votar y abandonaríamos la política en manos de la burocracia. Eso es lo que sucede en Europa (y no olvidemos que Europa decide en muchas ocasiones sobre políticas nacionales). Uno a uno, los partidos políticos europeos pierden capacidad de representación. Y, todos juntos, hacen perder a la Comisión legitimidad democrática y transparencia.

Y es que uno no puede quejarse de las bajas tasas de participación en las elecciones al Parlamento Europeo, ni se puede alentar al ciudadano a ejercer su derecho al voto, cuando no se le ha reconocido toda la voz que le corresponde.

Sabela Mendoza Fdez
Secretaria JEF-Madrid

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